La oposición a las «sectas» organizada es diferente en los distintos países. Sin embargo, surgen temas y características comunes.
Rosita Šorytė*
* Ponencia presentada en la conferencia «Discriminación y Criminalización por Razones Religiosas y Espirituales en Argentina: Desafíos Jurídicos en un Contexto Democrático Diverso», Palacio de la Legislatura, Buenos Aires. 19 de julio de 2024.
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La oposición contra los grupos estigmatizados como “sectas” se manifiesta en países tan diversos como Argentina, Francia, Rusia, Japón y China. Este artículo examina la cuestión de si este “movimiento antisectas” es internacional y está organizado como tal, o se rige únicamente por lógicas nacionales.
En la primera parte, presentaré seis ejemplos nacionales—Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Japón y Argentina—que muestran que existen diferencias obvias. En la segunda parte, sostendré que estas diferencias son compatibles con la existencia de una cooperación y coordinación internacional.
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Estados Unidos
El movimiento antisectas nació en Estados Unidos a finales de los años 1960 y 1970. Estos fueron los años en los que muchos miembros de las generaciones más jóvenes, por diferentes razones, se rebelaron contra los valores dominantes. Algunos expresaron su rebelión abrazando nuevas religiones muy diferentes al cristianismo o al judaísmo de sus padres, tanto asiáticas, como la Iglesia de la Unificación o el movimiento Hare Krishna, como autóctonas de América, como la Iglesia de la Cienciología.
A miles de jóvenes estadounidenses, principalmente estudiantes universitarios, estos movimientos les parecieron exóticos, nuevos y apasionantes. A sus padres les parecían peligrosos, siniestros e incomprensibles. ¿Por qué muchachos o muchachas sensatos abandonarían la universidad para servir como voluntarios de tiempo completo de un grupo controvertido? Algunos psicólogos y abogados tuvieron una respuesta. La elección de estos jóvenes, dijeron, no había sido libre, sin importar lo que dijeran a sus padres. Las “sectas” les habían “lavado el cerebro”.
¿Qué podrían hacer los padres? Pronto quedó claro que el sistema legal estadounidense se resistiría a las propuestas de nuevas leyes contra las “sectas” y a los juicios basados en las dudosas teorías del “lavado de cerebro”. La desprogramación también fue declarada ilegal. Así, el movimiento antisectas estadounidense pasó de los tribunales de justicia al tribunal de la opinión pública, ya que logró persuadir a cientos de periodistas de que las historias sobre “sectas” malvadas que “lavaban el cerebro” a sus seguidores eran atrapantes y se venderían bien.
Recientemente, la televisión por cable se ha convertido en el medio más interesado en una alianza con los antisectas, ya que su mercado es altamente competitivo y necesita escándalos para vender. Netflix en particular se ha especializado en producir series escabrosas sobre “las sectas” y sus pecados.
En el centro de esta versión del antisectarismo se encuentra una idea individualista de libertad. Entregar una parte sustancial de nuestra libertad a una organización o líder religioso no se considera una opción admisible. Se denuncia como una “elección limitada” de la cual los “sectarios” deberían ser “liberados”, lo quieran o no. El modelo estadounidense quiere proteger a los “sectarios” de sí mismos.
China
China se jacta de tener el mayor movimiento antisectas del mundo. De hecho, la Asociación Antisectas de China tiene organizaciones y representantes locales en todas las zonas del país, incluidas aldeas remotas, y millones de miembros. Sin embargo, no es realmente un grupo voluntario ni privado. Es una rama del PCC, el Partido Comunista Chino, directamente organizada y controlada por burócratas del Partido.
“Cult” (“Secta”) en el nombre oficial en inglés “China Anti-Cult Association” (Asociación Antisectas de China) se tradujo del chino “xie jiao”. De hecho, “xie jiao” desde la Edad Media es una expresión utilizada en el Imperio Chino para indicar movimientos religiosos “heterodoxos”. “Heterodoxo” siempre tuvo un significado político, para designar una organización que no apoya al Estado y a su liderazgo, encarnado este último en el emperador en los siglos pasados y en Xi Jinping en la actualidad.
Por lo tanto, el modelo chino, si bien toma prestado de la retórica antisectas occidental, no protege a los individuos de sí mismos, sino al Estado de las “sectas” o “xie jiao”. Si participas de cualquier manera en un movimiento catalogado como “xie jiao” en China, irás a la cárcel. Si bien la asociación antisectas organiza campañas de propaganda masivas, en última instancia, la principal herramienta de la que depende China para erradicar las “sectas” no es la propaganda sino la policía: de hecho, una policía especializada anti-xie-jiao con más de 6.000 agentes.
Rusia
El modelo antisectas ruso tiene en común con su homólogo chino el uso de la policía para reprimir a las “sectas”, pero hay una diferencia importante. Los líderes de la Asociación Antisectas de China son ateos. Los líderes del movimiento antisectas ruso son sacerdotes ortodoxos o laicos empleados y remunerados por la Iglesia Ortodoxa Rusa.
Las “sectas”, como ya les ocurrió a los Testigos de Jehová en 2017, son atacadas por la policía, declaradas “extremistas” y “liquidadas” por los tribunales, que desempeñan un papel clave en la lucha antisectas en Rusia. Sus propiedades son confiscadas. Si bien esta última medida puede ocultar la transferencia de propiedades inmobiliarias de lujo de las “sectas” a oligarcas conectados con el gobierno, o incluso a familiares de los principales líderes, lo que las leyes protegen es el monopolio religioso de la Iglesia Ortodoxa Rusa, que a su vez vive en una situación simbiótica con el régimen de Putin.
Francia
Este año 2024, Francia agravó su mala ley de 2001 contra las “sectas”, convirtiendo la “sujeción psicológica” supuestamente practicada por las “sectas” en un delito castigado con fuertes penas de cárcel. La nueva ley también refuerza el papel de la MIVILUDES, la agencia gubernamental cuyo mandato es combatir las “desviaciones sectarias” y que también actúa como un cajero automático que distribuye el dinero de los contribuyentes a organizaciones antisectas privadas.
Seguida en menor escala por Bélgica, Francia es uno de los pocos países que utiliza como arma principal contra las “sectas” una agencia gubernamental especializada. Lo que Francia quiere proteger lo indica claramente otra ley aprobada en 2021 contra el “separatismo”. Aunque la ley apuntaba principalmente al Islam, el gobierno explicó que también ofrecía un marco para luchar contra las “sectas”. Como su nombre final indica, la ley quiere proteger los “valores republicanos” contra aquellos que los negarían, al menos implícitamente, uniéndose a una organización “separatista”, es decir, que vive “separada” de la mayoría y según diferentes valores. En Francia esto no se considera tolerable.
Japón
En 2022, el ex primer ministro japonés Shinzo Abe fue asesinado por un hombre que guardaba un rencor personal contra la Iglesia de la Unificación (ahora llamada Federación de Familias para la Paz y la Unificación Mundial), con la que Abe había cooperado a lo largo de los años. La madre del asesino, miembro de la Iglesia de la Unificación, quebró en 2002, supuestamente por sus excesivas donaciones al movimiento. Al asesinato siguió una campaña contra las “sectas”, dirigida tanto a la Federación de Familias, que el gobierno ahora intenta disolver, como a los Testigos de Jehová, que no tuvieron nada que ver con el asesinato de Abe pero que son un objetivo típico de las campañas antisectas.
Como señaló recientemente una declaración de cuatro periodistas especializados en derechos humanos de las Naciones Unidas sobre la cuestión, inusualmente severa considerando que criticaba a un país democrático, la campaña contra los Testigos de Jehová y la Iglesia de la Unificación revela las reticencias de la sociedad y política japonesa para aceptar plenamente las normas internacionales de libertad de religión o de creencias. En Japón, la noción de libertad religiosa fue impuesta como parte de la Constitución y de las leyes por los expertos legales que vinieron con el general estadounidense Douglas McArthur después de la Segunda Guerra Mundial. A pesar de estas leyes, la idea de que la religión debe ajustarse a las costumbres sociales predominantes y que aquellos que viven de manera diferente a la mayoría amenazan el valor tan importante de la armonía social, sigue siendo muy fuerte en Japón. Cada vez que un incidente revela que algo relacionado con la religión puede perturbar la armonía social, como ocurrió con los ataques terroristas con gas sarín por parte del nuevo movimiento religioso Aum Shinrikyo en 1995 o el asesinato de Abe en 2022, se introducen medidas draconianas para expulsar de la sociedad los que son percibidos como organismos religiosos “foráneos” que amenazan la estabilidad.
Argentina
Hasta donde yo sé, en Argentina existió durante décadas un movimiento antisectas, pero siguió siendo comparativamente pequeño y poco influyente. Sufrió una derrota crucial cuando el primer caso contra la Escuela de Yoga de Buenos Aires colapsó en 2000. Sin embargo, más recientemente Argentina ha surgido como un laboratorio donde se está probando una nueva estrategia. Las “sectas” son atacadas mediante el uso de leyes contra la trata. Se argumenta que, así como las prostitutas y los trabajadores inmigrantes esclavos son víctimas de la trata, incluso si no se dan cuenta, también lo son los “sectarios”. Por tanto, el hecho de que las “víctimas” nieguen ser víctimas se considera irrelevante. Basándose en estas teorías, la Escuela de Yoga de Buenos Aires fue nuevamente allanada en 2022.
Aunque en algunos casos anti trata relacionados con la religión los tribunales fallaron en contra de los fiscales, el modelo es testeado en Argentina con un fuerte apoyo de los antisectas internacionales. Ellos han iniciado casos afirmando que todos los “sectarios” están siendo “traficados” en varios otros países, incluidos Estados Unidos y el Reino Unido, y están muy interesados en el resultado del caso de la Escuela de Yoga en Buenos Aires.