BITTER WINTER

Un día después de que EYBA obtuviera otra victoria judicial, “The New York Times” volvió a publicar las viejas falsedades sobre la “secta sexual”. ¿Por qué?

Por Massimo Introvigne y María Vardé

 El fundador de EYBA Juan Percowicz.
El fundador de EYBA Juan Percowicz.

Uno de nosotros (Introvigne) es editor de una pequeña revista diaria en línea, aunque citada por algunos informes del Departamento de Estado de EE.UU. con más frecuencia que “The New York Times” cuando se trata de la cobertura de cuestiones de libertad religiosa en China. Él sabe que los artículos se escriben antes de su publicación. Pueden ocurrir accidentes. Uno golpeó, precisamente, a “The New York Times” el 8 de junio.

Con gran despliegue, publicó un ataque sensacionalista contra la Escuela de Yoga de Buenos Aires (EYBA) titulado “Se autodenominaba Escuela de Yoga. Los fiscales dicen que era una secta sexual”. Lo más lamentable para el “Times” es que el artículo se publicó apenas unas horas después de que los medios argentinos anunciaran que la Cámara de Casación había confirmado la decisión del 7 de diciembre de 2023 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional que anuló la elevación a juicio de los acusados, confirmando que se ignoraron pruebas relevantes a su favor, incluidos dictámenes de peritos forenses. Como señalaron los medios argentinos, este no es el final del caso, ya que vuelve al juez de primera instancia, pero es claramente un revés para los fiscales. Como comentó sabiamente un periodista argentino: “De hecho, a pesar de la espectacular cobertura mediática de la investigación, hoy no hay ningún detenido y la investigación está prácticamente paralizada”.

No creemos que el artículo de “The New York Times” fuera la forma artera de los fiscales de reaccionar ante las últimas derrotas judiciales. Que fuera un mero accidente es más creíble.

Sin embargo, “The New York Times” tampoco es totalmente inocente. Repite como un loro el argumento básico de los fiscales, según el cual “la organización explotaba y drogaba a algunos de sus miembros femeninos, obligándoles a vender sus cuerpos”. Pero omite informar a sus lectores que todas las mujeres que los fiscales consideran “víctimas” y “prostitutas” –que no son mujeres jóvenes y marginales sino profesionales de mediana edad con trabajos en áreas que van desde el sector inmobiliario hasta la música y el diseño– niegan enérgicamente ser víctimas y haber trabajado como prostitutas en su vida. El argumento de los fiscales es que lo dicen porque están sometidas a un “lavado de cerebro” –una desacreditada teoría pseudocientífica utilizada por quienes son hostiles a las “sectas” –, pero la principal razón por la que se ha anulado la elevación a juicio es que se ignoró el dictamen de peritos independientes, entre ellos los del Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema, que examinaron a las mujeres y concluyeron que son psicológicamente normales y creíbles. Frente al hecho de que sus desmentidas fueron ignoradas por los fiscales y el juez de instrucción, las denominadas “víctimas” se organizaron para intervenir en el expediente judicial mediante una representante letrada. Esto es nuevo en Argentina, donde la ley dispone que la presunta víctima de trata sólo puede intervenir como querellante.

Tenemos mucha curiosidad por saber qué tipo de verificación de hechos realizó “The New York Times” sobre la oración del artículo: “Durante la investigación, algunos antiguos miembros hablaron de haber sido obligados a trabajar como ‘esclavos’ y dijeron que la escuela promovía la prostitución”. Esta afirmación es falsa, como demuestran claramente los documentos del caso. El único “antiguo miembro” que testificó contra EYBA e hizo estas acusaciones es el antisectas Pablo Salum, que asistió a las actividades de EYBA durante un breve periodo de tiempo cuando era adolescente, hace décadas. De hecho, su denuncia es una copia de otra que hizo en 1996, cinco años después de abandonar la institución, y que fue evaluada y desestimada en una causa anterior. La copia es tan evidente que incluye como “victimarios” actuales a personas fallecidas hace muchos años. Todos los demás testigos que fueron o son miembros de EYBA declararon que la esclavitud y la prostitución sólo existen como producto de la descabellada imaginación de Salum.

La acusación dijo que la EYBA producía “miles de videos sexuales” para extorsionar a personas de poder. Resultaron ser sólo clases de filosofía y shows de magia del campeón mundial de magia escénica y miembro de EYBA Carlos Barragán.

El mago escénico Carlos Barragán y el psicólogo y alumno de EYBA Horacio Vesce (también parte del equipo de Barragán) presentando a los medios el Primer Premio en Magia categoría Grandes Ilusiones, ganado en el Campeonato Mundial en Dresden, Alemania, 1997, luego de llegar a la Argentina.
El mago escénico Carlos Barragán y el psicólogo y alumno de EYBA Horacio Vesce (también parte del equipo de Barragán) presentando a los medios el Primer Premio en Magia categoría Grandes Ilusiones, ganado en el Campeonato Mundial en Dresden, Alemania, 1997, luego de llegar a la Argentina.

Dijo que las empresas de los alumnos “lavaban dinero” para los líderes de EYBA, pero aún no se ha realizado una sola pericia contable para probar esto, a pesar de que los acusados las pidieron insistentemente. Se dijo también que el líder manipulaba a sus alumnos para que le cedieran todos sus bienes a través de la inmobiliaria de un miembro de EYBA. Sin embargo, sólo tiene dos inmuebles, ambos comprados a personas ajenas a la escuela y antes de que existiera la inmobiliaria: uno en 1976 y otro en 1990. Las mujeres niegan haber sido víctimas de delito alguno y sus pericias psicológicas fueron excelentes. Hasta el momento, la única “prueba” que tiene la fiscalía es la palabra de un activista antisectas que considera “sectas” a grupos religiosos como el budismo o las Carmelitas Descalzas.

La pregunta más interesante es quién está detrás del artículo de “The New York Times”. Ciertamente, los medios de comunicación tienen un sesgo general contra los grupos estigmatizados como “sectas”, a lo que “The New York Times” no es inmune. Sin embargo, en este caso puede haber algo más, que no puede reducirse a una jugosa, aunque falsa, historia difundida por fiscales argentinos.

De hecho, existe un lobby internacional de supuestas agencias contra la trata de personas, no menos poderoso en Estados Unidos que en Argentina, que intenta reintroducir por la ventana las teorías del “lavado de cerebro” que los académicos y los tribunales de justicia arrojaron de la puerta en el siglo pasado. Se argumenta que, del mismo modo que las prostitutas víctimas de trata de personas no son creíbles cuando niegan serlo porque están aterrorizadas por el crimen organizado, las “víctimas de sectas” que niegan serlo no deben ser creídas porque las “sectas” les han “lavado el cerebro”. Los expertos forenses de Argentina ya han descartado esta extraña teoría. Pero es una grave amenaza para la libertad religiosa, que exige vigilancia en todas partes.